Por Bárbara Álvarez. Psicóloga y Co- fundadora Mu'hu Si algo ha dejado en claro el confinamiento, de manera irrefutable, es la dificultad para conciliar las actividades relacionadas a la crianza, el trabajo doméstico y el remunerado. Ya no existe hombre ni mujer que pueda poner en duda la excesiva carga que esto conlleva, y que juzgue a una persona que trabaje desde casa, sobretodo si ésta es mujer. Mu'hu nace, en gran medida, de la sensibilización con esta problemática a la que muchos recién hoy se han visto enfrentados en esta situación extrema. Sin embargo, desde hace mucho tiempo, miles y millones de mujeres que trabajan desde su casa, por opción propia o forzada, la enfrentan día a día. No quiero excluir...
Ya hemos hablado de los beneficios del teletrabajo: los tiempos de traslados se reducen, surgen lo horarios flexibles, más tiempo con la familia, calidad de vida, entre otros. Sin embargo, ¿por qué aún me encuentro reticente a sumarme a estos espacios? Y, ¿por qué mi empresa debiese acogerse a esta nueva tendencia?
Existen prejuicios asociados al denominado “home office”, de cómo podría afectar nuestra productividad, la pérdida del contacto humanos, el compromiso con la empresa, la pérdidas de información, entre otros. Pero la experiencia dice que esto no es real...
Por estos días nuestros diputados discuten el proyecto que busca reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales. ¿Generará esto algún cambio significativo en nuestro día a día? ¿Podremos efectivamente pasar más tiempo con nuestras familias?
Cada vez más empresas están ofreciendo diversas alternativas para que sus empleados se transformen en trabajadores desde la casa, y muchas ofrecen habilitar espacios de trabajo muy bien equipados en las casas de sus colaboradores. Sin embargo, trabajar en el hogar tiene un lado que a veces puede ser muy oscuro.