Ya hemos hablado de los beneficios del teletrabajo: los tiempos de traslados se reducen, surgen lo horarios flexibles, más tiempo con la familia, calidad de vida, entre otros. Sin embargo, ¿por qué aún me encuentro reticente a sumarme a estos espacios? Y, ¿por qué mi empresa debiese acogerse a esta nueva tendencia?
Existen prejuicios asociados al denominado “home office”, de cómo podría afectar nuestra productividad, la pérdida del contacto humanos, el compromiso con la empresa, la pérdidas de información, entre otros. Pero la experiencia dice que esto no es real...
Por estos días nuestros diputados discuten el proyecto que busca reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales. ¿Generará esto algún cambio significativo en nuestro día a día? ¿Podremos efectivamente pasar más tiempo con nuestras familias?