Método Montessori. “El niño necesita darle sentido al mundo que lo rodea y se construye a sí mismo en relación con ese mundo”, María Montessori. Éste es uno de los sistemas más conocidos. Busca promover la exploración y la autonomía del niño en el proceso de aprendizaje, haciendo posible que cada uno encuentre actividades que den respuesta a sus necesidades evolutivas, comprometiéndose en un trabajo elegido por él mismo.
La libertad que genera este espacio permite desarrollar límites claros, así como también, entregar herramientas para convivir en la pequeña sociedad que se genera dentro de la sala de clases. De esta manera, a través de materiales científicamente diseñados, los niños tienen la posibilidad de elegir alguno respetando sus propios gustos, lo que le permite desarrollar sus habilidades cognitivas básicas bajo su propio ritmo de aprendizaje, ya sea trabajando en grupos o de manera individual, promoviendo a su vez, el orden y la autodisciplina.
Por su parte, las profesoras actúan como guías permitiéndoles actuar y pensar por sí mismo, brindándoles un espacio para desarrollar la confianza y disciplina interior, puesto que el desarrollo del niño surge de la necesidad de adaptarse a su entorno.
El método Montessori reúne niños de diferentes edades en un mismo salón: de 6 a 15 meses; 18 a 24 meses; 3 a 6 años; 6 a 9 años; y de 9 a 13 años; siendo la etapa del nacimiento a los 3 años, la que le muestra su lugar dentro de la comunidad, fomentando el desarrollo del habla, la coordinación de movimientos, la independencia y confianza en sí mismo, para explorar y descubrir su propio potencial.
Educación Waldorf. Este método de estudio se basa en la comprensión del desarrollo evolutivo que va desde la niñez a la pre adolescencia, fomentando la imaginación y las capacidades intelectuales, permitiendo equilibrar el trabajo práctico con sus manos, con el progresivo desarrollo de la voluntad individual.
En su etapa preescolar, el aprendizaje se realiza a través del juego, la imitación y la exploración, la fantasía y la imaginación, incorporando poco a poco el pensamiento abstracto, para así evitar la intelectualización precoz de los niños.
Aquí, el arte, la música y los trabajos manuales ocupan un espacio primordial, pues son las herramientas esenciales de aprendizaje y de apoyo pedagógico, poniendo en contacto directo a los niños con formas, colores, sonidos y materiales, los que les permiten desarrollar la sensibilidad, concentración y una comprensión más holística del trabajo en las diferentes áreas. Si Montessori es más científica, Waldorf es más creativa.
Esta pedagogía considera que de la vivencia en imágenes surge la comprensión de conceptos y que la actividad artística favorece el desarrollo de la inteligencia. De este modo, tanto la música como las diferentes artes les entregan elementos valiosos a los niños, los que se encuentran en una etapa de plena formación. Trabajar con greda, acuarela, o cultivar plantas, son algunas de las tareas que deben realizar, las que les permiten desarrollar su voluntad, así como también, poner en práctica su pensamiento y su sentir.
Reggio Emilia. Esta filosofía aplicada en jardines y salas cuna, busca que los niños desarrollen su curiosidad a través del juego, fomentando el aprendizaje por medio de la exploración y experimentación de manera lúdica. La experiencia que se genera es significativa y se basa en los intereses de cada niño.
Los educadores aplican metodología de observación y registro de los procesos de sus alumnos, convirtiéndose en un referente de acompañamiento en la exploración e investigación, escuchando y guiándolos para que sus intereses se canalicen en algo productivo.
A diferencia del Montessori, en que se trabaja con rincones de aprendizaje, la metodología Reggio Emilia ocupa salas de clases blancas con aplicaciones de madera, las que poco a poco se van decorando con las creaciones hechas por los mismos niños, asimismo, el material que utilizan es distinto, ya que en este caso los alumnos los ocupan a libre disposición.
Existen cuatro consideraciones que dan forma a esta filosofía: 1. El niño se considera protagonista de su aprendizaje; 2. Los docentes deben ser competentes, colaboradores, investigadores y guías; 3. El espacio y la estética son valorados como un tercer profesor; 4. Las familias son consideradas como aliadas, jugando un rol determinante en los aprendizajes, manteniendo una actitud participativa e implica en cada proceso.
Pickler Lóczy. Esta pedagogía, más conocida como teoría del movimiento libre, ve al niño como un ser activo, competente, capaz de iniciativas, y, por ende, autónomo, por lo que propone una transformación en el rol que desempeñamos los padres y los educadores/as, los que debiésemos estar en igualdad de respeto con nuestros pequeños.
Esta teoría permite a los bebés moverse libremente, dando espacio a su capacidad innata y así alcanzar cada hito motriz evolutivo, fomentando su autonomía y autoconfianza, lo que deriva en un desarrollo más armónico.
¿Cómo funciona? Existe un sistema de cuidados único y original, los que convierte situaciones cotidianas como la ida al baño, la comida, entre otros, en momentos privilegiados de contacto con el adulto, los que a la larga proporcionan seguridad emocional a nivel psicomotriz, favoreciendo a posteriori el aprendizaje autónomo.
En nuestro país existen jardines y salas cuna que trabajan en base a esta pedagogía, brindando una atención enfocada en satisfacer las necesidades y requerimientos de nuestros niños desde que son bebés.
Acounturier. Esta práctica psicomotriz promueve un método de ejercitación con un fin adaptativo, estableciendo una relación entre el movimiento y el desarrollo de la cognición y funciones superiores como el pensamiento, la comunicación, la afectividad o la creatividad.
Además, esta práctica está basada en el concepto de psicomotricidad, la que crea un marco metodológico y pedagógico para que el movimiento pueda desarrollar el pensamiento, encontrando el niño su propia identidad y facilitando los estímulos para generar la comunicación, la expresión y la simbolización, promoviendo el movimiento y la psicomotricidad en la etapa infantil, como base para que el niño se exprese y aprenda jugando, y así acceder al pensamiento operacional.
Muchos jardines Reggio Emilia, Montessori o Waldorf incluyen espacios Aucouturier para psicomotricidad, los que incorporan en un ambiente seguro, colchonetas, espalderas, bloques de espuma, rampas, objetos duros y blandos, permitiendo de esta manera, el juego libre.
High Scope. Esta metodología, que se aplica en diversos jardines de nuestro país, se basa en la teoría e investigación del desarrollo infantil, siendo los profesores quienes actúan como facilitadores del aprendizaje, y motivan a los niños a aprender a través del juego y el desarrollo de proyectos, promoviendo el aprendizaje activo, la planificación, el razonamiento crítico y la resolución de problemas.
Asimismo, integra la perspectiva emocional, social y cognitiva desde las experiencias directas para así fomentar el desarrollo socio emocional, físico y de bienestar, a través del lenguaje, la alfabetización y comunicación, matemáticas, artes creativas, ciencias, tecnología y ciencias sociales, lo que permite conocer el mundo desde una visión activa y autónoma.
Sus salas están dispuestas para que el aprendizaje se dé de forma espontánea, en donde el adulto acompaña al niño en la construcción de su aprendizaje, brindándoles un espacio en donde sacan sus propias conclusiones a través del desarrollo de proyectos y el trabajo en equipo.
Como pudimos ver, además del sistema tradicional, existen diferentes modelos de enseñanza y tipos de metodologías de estudio, las que buscan entregar herramientas a nuestros hijos para enfrentar el mundo. ¿Cuál escoger? Dependerá de lo que busquemos cómo padres y de las características también de nuestros hijos. Te invitamos a seguir informándote, de este modo la elección será más fácil ¿Cuál es el de ustedes?