Salud mental de los niños en Chile, ¿qué estamos haciendo mal?


El estudio que fue aplicado en 24 países (europeos, asiáticos, americanos y de Oceanía), constató que el 25% de los menores de seis años (chilenos) sufre problemas “externalizantes”, tales como déficit atencional, agresividad e hiperactividad; mientras que entre un 12 y 16 por ciento de los preescolares padecen de ansiedad y depresión (ambos problemas “internalizantes” que son más difíciles de detectar). ¿Cómo explicamos estas cifras? ¿Qué estamos haciendo mal?

En cierta medida estas conductas se explican si tomamos como registro fehaciente que en nuestro país uno de cada cinco adultos ha padecido de algún problema relacionado a su salud mental. Según datos entregados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2017, el 5% de los chilenos sufre depresión, mientras que un tercio de sus licencias médicas están relacionan con trastornos del ánimo o emocionales según datos entregados por la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO).

La relación entre padres e hijos es un factor determinante. Según el análisis realizado por Kimelman y Lecannelier en niños de dos años, entre el 9% y 11% de los menores mostraban un apego ambivalente, desorganizado o evitativo, características que están estrechamente relacionadas con los trastornos de salud mental y psicopatología.

Otro factor que se suma es la sobre exigencia de los padres y el sistema educativo hacia los menores y la violencia dentro de sus hogares, que según datos de la UNICEF van en el orden del 71%, impactando de manera negativa en la salud mental de nuestros hijos. 

A diferencia de lo que pudiésemos pensar, el análisis a cargo de los especialistas arrojó que el fenómeno es transversal pues afecta sobre todo a niños de estratos socio económicos altos y bajos. Siendo de menor prevalencia en los de clase media, ya que el estudio sugiere que poseen mayores redes de apoyo.

La buena noticia es que la solución está en nuestras manos. Para revertir las cifras tanto padres como cuidadores deben apelar a la educación emocional de sus hijos asumiendo el rol de adultos responsables y guiándolos en su aprendizaje desde la más temprana edad. Crianza y apego seguro son algunas de las claves para dar vuelta a las malas cifras que hoy oscurecen a nuestro país y también el manifestar una disposición a buscar ayuda profesional cuando los adultos responsables de los niños se encuentran atravesando algún período de inestabilidad emocional o algún trastorno más grave. Clave es informarse respecto a lo que refiere a salud mental perinatal, la que aborda todo el proceso de embarazo, puerperio y crianza hasta los 3 años. .

Partiendo en casa. A continuación te dejamos un listado de recomendaciones que jueguen a favor del desarrollo de nuestros niños:

- Cuidado con lo que hablas y cuándo lo haces. Existen factores que estresan a los niños. Aunque pareciera que están distraídos jugando, ellos observan, escuchan y son capaces de sentir el ambiente familiar, absorbiendo todos nuestros problemas.

- Ojo con la exigencia y nuestras expectativas. Niños presionados para que queden en determinado colegio, exceso de normas y reglas en las casas, pocos momentos de calidad para compartir con figuras de apego significativos afectan negativamente a los niños.  

- Aprender a identificar las señales de comunicación. ¿Qué es lo que le está pasando? Hacer un esfuerzo por comprender aquello que el niño está queriendo manifestar con su comportamiento. Si mi hijo está llorando, antes de retarlo o emitir un juicio, mejor preguntarle por qué se siente así.  

- Da cabida a las emociones de tus hijos. Los niños no tienen obligación de estar siempre felices o a gusto en algún lugar o con determinadas personas, presta atención a lo que él o ella comunica con su comportamiento y también verbalmente. Reconociendo sus emociones y poniéndoles nombre también los ayudamos a ellos a ir conociendo y reconociendo lo que sienten.

- Explicar las emociones que sienten ante una situación y cómo solucionarla. Esto los ayudará a identificarlas para así expresarlas de mejor forma en la próxima ocasión. Invita a tu hijo a sugerir alternativas y soluciones, verás cómo se le ocurren cosas novedosas, te sorprenderás.

- Nunca desvalorices sus emociones y conversa con él o ella, pon en palabras lo que siente y sucede en un determinado momento. Si no quiere bañarse, no recibirlo como una simple pataleta, siempre hay un trasfondo que a veces como padres no vemos o no entendemos. Esto  es sano no solo para los niños, sino para toda la familia.

- Observa a tu hijo/a, conócelo e identifica sus gustos, habilidades y dificultades para que se sienta comprendido y valorizado en lo que hace bien y apoyarlo lo que le cuesta.

¿Cuándo llevar a mi hijo a un profesional? La clave es detectar y atender de manera oportuna estos cambios para que no se conviertan en algún trastorno. Recordemos que las experiencias vividas durante la primera infancia marcan el desarrollo socio emocional y cognitivo, la que nos acompañará hasta la adultez. Estudia e infórmate, hay muchos comportamientos difíciles de manejar en los niños que se encuentran dentro de su proceso madurativo y que no necesariamente son indicadores de un trastorno, tampoco es positivo el sobre diagnóstico, pero si tienes dudad e inquietudes respecto de algún comportamiento o sobre el manejo de alguna situación en particular consulta con algún especialista y velo siempre como más red de apoyo, lo más importante es hacerse cargo y transmitir a los hijos que pueden confiar en nosotros.