¿Qué es el juego espontáneo o libre?


Nuestro cerebro y el poder el juego. El juego fortalece dos áreas de la masa gris, que es la materia que forma parte del sistema nervioso central. La primera es el cerebelo, encargado de coordinar los movimientos. La otra segunda es el lóbulo frontal, el cual se asocia al control de impulsos y la toma de decisiones. Y es en virtud de esto que el juego cumple un rol fundamental en el proceso de maduración, puesto que colabora en el aprendizaje de la relación causa-efecto, y en el cálculo de probabilidades mediante el ensayo-error. En el primer caso, “si boto el peluche, cae”. En el segundo caso, “si lo dejo en la mesa, no cae”. Ya lo decía Einstein, los beneficios del juego son inmensurables.

Pero debemos tener claro que existen dos clases de juego: el espontáneo y el dirigido. El primero se refiere al que surge por iniciativa del niño, aquí no hay adultos que influyan en su decisión, permitiéndole ser espontáneo y dar margen a la improvisación. El segundo, es el que es guiado por un adulto. Y aquí surge algo muy interesante, que quizás nunca te lo habías cuestionado, y es que el juego dirigido por un adulto tiene un objetivo establecido por él, como, por ejemplo, educar, dejando de lado el interés del niño o la oportunidad de lo que él transmite jugando aquello que está necesitando aprender en un momento determinado según su desarrollo emocional, cognitivo y social.

El juego libre juego surge naturalmente como expresión del mundo interno del niño, de manera instintiva y a veces, sin presencia del adulto, el que les permite sin saberlo poner en práctica tanto sus habilidades motrices como cognitivas, emocionales, sociales y lingüísticas.

“Mi hijo dice estar aburrido” ¡Situación ideal! Pues los obliga a realizar un esfuerzo para entretenerse o bien nos invita a pensar ¿por qué podría estar aburrido? Quizás lo estamos acostumbrando a siempre dirigir su actividad y por ello es tan relevante no siempre entregar la solución para ese aburrimiento, sino incentivar a que el propio niño la encuentre. Los niños no pierden jamás el tiempo, como erróneamente los adultos creemos pensar, salvo si este está conectado a una pantalla lo que paradojalmente lo desconecta de su mundo interno rico en creatividad y lleno de recursos personales. Como adultos debemos entender que el aburrimiento les permite realizar actividades por iniciativa propia, así como además antecede los procesos de creación y de encuentro con las ideas ¡Genial!

Aquí el rol del adulto es el de observador, percatándose de las acciones y reacciones del niño y también nos entrega información relevante de qué es importante para nuestros hijos en determinados momentos y desde ahí educar, por ejemplo, algo tan clave, como son las emociones.

A continuación, te dejamos con algunas de las principales ventajas del juego libre espontáneo:

- Los niños pueden jugar libremente en las casas, sus jardines. Parques y áreas verdes. El bosque o la playa. Cualquier sitio en donde puedan echar a rodar la imaginación. No necesitas comprar ni armar nada, puedes proporcionarle utensilios de cocina y tu hijo algo creará. Permite la exploración, prepara un ambiente adecuado libre de riesgos para que explore libremente.

- Los niños juegan porque quieren, no por una recompensa, sino porque la actividad le es placentera en sí misma.

- El juego libre da espacio para que los niños observen, experimenten y vivan el mundo que les rodea, también para resolver conflictos internos y comprender de mejor forma los externos.

- Puede ser individual o con otros niños, esto último, contribuyendo al desarrollo de una conducta social positiva, reforzando la autoestima y la identidad personal.

- El juego libre en muchas oportunidades requiere de ejercicio físico, lo que permite desarrollar la psicomotricidad.

- Permite el uso de la imaginación, facilitando el posicionamiento moral y maduración de ideas.

- Ayuda al equilibrio emocional a través de la expresión y descarga de sentimientos.

Por su parte, los adultos tendremos ciertas tareas a realizar:

- Disponer o facilitar un espacio de juego seguro, tranquilo y acogedor para que los niños jueguen.

- Tomar medidas de seguridad: tapar enchufes, afirmar muebles, entre otros.

- Brindar el espacio para que el pequeño actúe de forma independiente para así adquirir autonomía.

- Los adultos debemos respetar la postura más cómoda y de dominio de nuestros hijos, dando libertad de movimiento.

- Respetar las decisiones en cuanto a qué y cómo están jugando. El protagonista del juego es “el niño”.

Jugar es una tarea compleja, permite que el niño se concentre en ello y no sobre estimules con música. Da pie a espacios melódicos donde el niño ponga atención a ello y por ejemplo busque bailar o aprender una canción. Nuestra tarea como padres es asimilar los beneficios del juego libre para que así nuestros pequeños experimenten su mundo fuera del control que a veces ejercemos en las distintas áreas de su vida. Recordemos que un niño libre desarrolla seguridad, autoestima, confianza en sí mismo y sentido de independencia. Fomentemos una buena crianza ¡Vamos por ese juego espontáneo!